Last Breath es un tenso thriller de supervivencia submarina basado en un incidente real ocurrido en el Mar del Norte en 2012. Dirigida por Alex Parkinson, la película recrea con precisión la misión de rescate que pone a prueba los límites del valor y la resistencia humana.
Chris Lemons (interpretado por Finn Cole) es un buceador de saturación relativamente nuevo que queda atrapado en el fondo marino tras una falla del sistema de posicionamiento de la embarcación, dejándolo sin oxígeno y en oscuridad total. Su vida depende del esfuerzo coordinado de su equipo en la superficie.
Woody Harrelson interpreta a Duncan Allcock, un veterano supervisor del campanario submarino (buzo de control), mientras Simu Liu da vida a Dave Yuasa, un buzo disciplinado y callado. Juntos, deben salvar a Chris antes de que se agote el poco oxígeno disponible.
La narración se desarrolla en 93 minutos intensos, sin saltos innecesarios. El ritmo es directo y el suspense constante, con detalles muy realistas sobre la tecnología de buceo —como cámaras, traje heliox y sistemas de compresión— que logran una autenticidad documental impactante.
La cinematografía subacuática destaca por su excelente uso de luces y sombras, que transmiten claustrofobia, aislamiento y una sensación de peligro inminente. El diseño visual consigue que cada encuadre sea tan intrigante como amenazante.
Aunque el enfoque principal es técnico, la película incluye breves escenas emocionales con la prometida de Lemons, transmitiendo la tensión moral y personal que acompaña a una emergencia tan devastadora.
La crítica ha valorado positivamente la película por su capacidad de generar suspense real, aunque algunos han señalado que el desarrollo del personaje se siente limitado y el guion puede tener giros previsibles.
En resumen, Last Breath es un thriller realista y convincente sobre el coraje y la colaboración ante lo imposible. Una película que no necesita monstruos, solo una situación extrema y seres humanos decididos a evitar lo irreversible.