Sleep Tight (Mientras duermes, 2011) es un inquietante thriller psicológico dirigido por Jaume Balagueró, que lleva al espectador a explorar los rincones más oscuros de la mente humana. La película ofrece una historia de terror cotidiano, donde el verdadero peligro se oculta tras una sonrisa amable.
El protagonista, César, es el portero de un edificio en Barcelona que aparenta ser servicial y discreto. Sin embargo, bajo esa fachada amable, esconde un profundo vacío emocional y un oscuro deseo: hacer infelices a quienes le rodean.
Su principal objetivo se convierte en Clara, una joven inquilina siempre sonriente cuya felicidad obsesiona a César. Día tras día, en secreto, él manipula su vida, invadiendo su intimidad de maneras cada vez más perturbadoras y escalofriantes.
La tensión en Sleep Tight se construye de forma magistral, alejándose de los sobresaltos típicos del género de terror para centrarse en un miedo más realista: el de ser vulnerables en los espacios que consideramos seguros. Cada escena está impregnada de una atmósfera asfixiante que atrapa al espectador.
Luis Tosar entrega una actuación memorable como César, logrando transmitir una inquietante mezcla de tristeza, frialdad y perversidad. Su interpretación añade una capa de complejidad al personaje, evitando que sea simplemente un villano caricaturesco.
Balagueró dirige con precisión quirúrgica, utilizando encuadres cerrados y movimientos sutiles de cámara para generar una sensación constante de vigilancia e invasión. La dirección mantiene la tensión hasta el último segundo, dejando al espectador con una sensación de desasosiego.
La película también plantea preguntas perturbadoras sobre la naturaleza del mal: ¿nace con nosotros o se forma por nuestras circunstancias? Sleep Tight no ofrece respuestas fáciles, sino que invita a una reflexión incómoda sobre la vulnerabilidad y la crueldad.
Con su ritmo implacable, su atmósfera opresiva y su impactante desenlace, Sleep Tight se consagra como uno de los thrillers psicológicos más inquietantes del cine contemporáneo, recordándonos que, a veces, el verdadero terror puede estar durmiendo bajo nuestro mismo techo.
